Hay enfermedades de todos tipos, desde muy pequeñas como un simple resfriado y grandes como un cáncer. El síntoma es la manifestación física de ese problema emocional no resuelto. Cuando tomamos conciencia de como actuamos, como vivimos nuestra incoherencia, y somos capaces de resolver el conflicto emocional, la enfermedad desaparece. Mientras tanto quizá tengamos que usar algún tratamiento médico, pero es entonces cuando los tratamientos son realmente efectivos.
Esta misma semana, esperando una amiga en un edificio, me llamó la atención un libro de unas tapas de colores. Lo cogí. El escritor era un niño con una enfermedad incurable muy rara, una distrofia muscular o algo parecido. Leí algún poema. Estaban escritos con palabras sencillas y una intensa emoción. Su increíble fuerza vital, su profunda sabiduría sobre la vida me parecieron admirables en un ser tan joven. En un poema cuenta que su meta es llegar a ser pacificador (peacemaker) y leyendo uno de sus poemas sentí una gran paz en mi corazón. Pensé que si a todo el mundo le ocurría esa misma sensación leyendo sus poemas, ese niño había conseguido su meta.
Además, leyendo sus poemas se me ocurrió que ese niño había logrado otra cosa. Había integrado su sombra. Vivía su enfermedad como parte de él, sin rechazarla y esa sombra le daba fuerza para ser creativo.
Su vida fue corta y creo que fue intensa porque escribir le dio motivación. Quizá muchos de nosotros podamos agradecerle un momento de calma, bienestar, o quizá incluso podríamos decir de paz, en nuestro corazón. ¡Gracias Mattie J.!
Os dejo también este cuento que escribí hace unas semanas. Habla de integrar la sombra. Espero que os guste.

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