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En el libro "El chico que fue criado como un perro" el autor, el psiquiatra Bruce D. Perry nos cuenta un caso realmente dramático y espeluznante. Una familia contrató a una niñera para cuidar a su hijo a las tres primeras semanas de su nacimiento. La cuidadora, una prima de la mamá, consigue un segundo trabajo y la mayor parte del tiempo desatiende al bebé sin que los padres lo sepan. El bebé se hace mayor y al llegar a la pubertad observan que tiene problemas severos de relaciones sociales. El psiquiatra cuenta que los problemas de comunicación son debido a que el niño fue desatendido afectivamente durante los primeros años de su vida, cuando su cerebro se desarrollaba.
Cuando leía este capítulo me acordé de una chica colombiana que conocí hace unos años. Era maestra de profesión y había venido a estudiar a los Estados Unidos un master de educación infantil. Esa chica nos contó que si llegó a estudiar en la universidad fue debido a su niñera. Nos contó que ni sus padres ni sus maestros creyeron nunca que ella llegaría a estudiar en la universidad porque nunca sacó buenas notas en la escuela, siempre suspendía. Sin embargo ella quería mucho a su niñera. Decía que trataba a todos los niños con mucho cariño y ella quería ser como su niñera. Esa muchacha decidió desde pequeña que cuando fuera mayor sería maestra. Cuando llegó a la universidad sus notas cambiaron radicalmente y se graduó con honores.
El sueño de esa muchacha era ser maestra y lo logró porque sentía pasión por lo que estudiaba y por la admiración que tenía a su niñera, su modelo. Sus palabras de afecto a su nanny permanecerán en mi memoria por muchos años.
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