Eric me abrió la puerta con una sonrisa de oreja a oreja. Yo tenía los ojos abiertos como platos.
- ¡Qué casa tan bonita¡ exclamé.
- Sí, hemos tenido mucha suerte, dijo.
- ¿Cómo la habéis encontrado? pregunté interesada.Y Eric respondió:
- Cuando regresamos de Africa empezamos a buscar una casa para comprar y establecernos en esta ciudad. Con el coche fui visitando distintos barrios hasta que llegué a éste. Me gustó por que mi esposa puede ir al trabajo andando, las comunicaciones son buenas y tiene el tipo de casas que estamos buscando: residenciales, espacios grandes y sin comunidades de vecinos. Hice una investigación de todas las casas del barrio y seleccioné las que por su superficie se adaptara a una hipoteca razonable para nosotros. Entonces envié una carta a todos los propietarios explicando que quería comprar una casa en la zona y si estuvieran interesados en vender se pusieran en contacto conmigo. Dos propietarios contestaron y con uno de ellos empezamos las negociaciones.
- ¿Cuánto tiempo estuvisteis negociando? pregunté entusiasmada.
- Más de ocho meses. Mi esposa me decía que lo dejara, que estaba perdiendo el tiempo.
- Y, tú continuaste insistiendo.- Sí, y finalmente llegamos a un acuerdo con el propietario. Entonces ya nos pusimos en manos de abogados para tramitar los documentos.
- ¡Puedo asegurarte que tenemos la casa de nuestros sueños¡ dijo la esposa de Eric.
- No me cabe la menor duda, les dije yo.Además esta historia de perseverancia para hacer que un sueño se haga realidad, aún la hace mejor.
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